LA SITUACIÓN COLONIAL
“Algunas de las razones que
determinaron la expansión colonial europea de mediados del siglo XIX están
vinculadas al desarrollo de la Revolución Industrial y a la consolidación del
sistema capitalista, como también a la lucha de las potencias europeas por la
preeminencia en Europa y en el mundo. Los países industrializados necesitaban
materias primas baratas y zonas donde invertir los excedentes de capital. Estos
son utilizados para préstamos a los gobiernos o en la infraestructura necesaria
para el mejor aprovechamiento de las riquezas de las colonias.
En 1913 las tres cuartas partes de
la inversión inglesa en los países de ultramar estaban concentradas en deuda de
los Estados, puertos, ferrocarriles y navegación.
Las colonias eran también zonas de
colocación de mercadería excedentaria. El mercado europeo no podía absorber
todo lo que la pujante industria producía, disminuir la producción implicaba la
reducción de la ganancia. La propiedad privada del capital y la obtención del máximo
beneficio son dos de los postulados básicos del sistema capitalista, por tanto,
para no reducir la ganancia, recurrió al imperialismo.
Si bien la capacidad de demanda de
productos elaborados por parte de las poblaciones coloniales era mínima-dado su
bajo poder adquisitivo-, si tomamos solamente a los habitantes de China e India
nos encontramos con alrededor de 700 millones de probables consumidores. Estos
alcanzaron para mantener en funcionamiento la industria de prendas de algodón
británica.
El sistema económico estaba basado
en un intercambio desigual, las colonias eran productoras de materias primas o
alimentos y consumidoras de productos manufacturados. Los sistemas productivos
nativos fueron distorsionados, obligando a los habitantes a cultivar aquellos
productos que interesaban a la metrópoli. Se establece el monocultivo, lo que,
por una parte, obliga a comprar lo que antes se producía en la zona y, por
otra, agota por excesiva explotación las diferentes producciones. La
consecuencia inmediata es el descenso en el nivel de vida.
La distorsión social y cultural es
igualmente importante. Al imponerse el sistema de producción capitalista, se
modifican las formas de trabajo nativas, aplicándose el trabajo asalariado, con
sueldos miserables, y pautas de consumo de Occidente. En el plano cultural, se
permiten las creencias y tradiciones nacionales, en tanto no interfieran con
las necesidades del país dominante. Si, por ejemplo, motivos religiosos
prohibían el establecimiento de un aeropuerto en una determinada zona, y este
era necesario por razones económicas o estratégicas para la potencia, las
creencias religiosas eran ignoradas y vulneradas.
Los europeos justifican la
dominación basándose en dos argumentos: la superioridad de la raza blanca y la
incapacidad de los indígenas para autogobernarse. Durante mucho tiempo los
nativos, a pesar de pertenecer en algunos casos a civilizaciones milenarias con
fuertes tradiciones (China, India, por ejemplo), tuvieron un sentimiento de
inferioridad frente al hombre blanco, que aparecía como invencible”.
Palmer,
R; Colton, J. Historia contemporánea. Akal, Madrid 1980 (Pág. 214)
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